Eccemas

El eccema dishidrótico o pónfolix es una erupción cutánea que aparece en forma de eritema, vesículas, prurito intenso, formación de vesículas o pequeñas ampollas, a veces con contenido transparente o hemático.

Aparecen en palmas de las manos y plantas de los pies en forma cíclica, muchas veces de forma exclusiva en los laterales de los dedos.

Cursa habitualmente en empujes de varias semanas de duración y empeora con el calor y el sudor. A veces se manifiesta como una reacción a distancia de una infección por hongos en otro foco de la piel (como por ejemplo el pie de atleta). Por lo que a todo paciente con un eccema dishidrótico de manos debe examinarse en la consulta los pies. El eccema dishidrótico suele tener un curso crónico, desapareciendo por períodos de tiempo prolongados y reapareciendo en situaciones de estrés.

Normalmente desaparece sin problemas, pero los síntomas pueden reaparecer posteriormente. Existen factores agravantes como el contacto con el agua, detergentes y disolventes, por lo que es recomendable protegerse las manos.

El eccema numular o discoide es una afección en la cual se presentan placas rojizas con descamación, de morfología ovalada o redondeada. Suele acompañarse de prurito intenso. Se desconoce la causa. La afección es más frecuente en los meses de invierno. El tratamiento de elección son los medicamentos tópicos y la aplicación de cremas hidratantes. Debe evitarse las duchas prolongadas y el empleo de jabones o detergentes agresivos.

El eccema craquelé o asteatósico se caracteriza por piel pruriginosa, xerótica (seca), con descamación, escamas poligonales y fisuras que pueden ser profundas. Ocurre especialmente en cara anterior de piernas de personas añosas. Produce prurito y ardor, el rascado favorece la sobreinfección y la liquenificación. La consulta con el dermatólogo es fundamental para conducir a un tratamiento efectivo. El uso de emolientes es la base del tratamiento.