Prurigo por picaduras

El prurigo por insectos es una dermatosis reaccional, es decir una reacción alérgica a la picadura de insectos, que por lo general afecta niños de entre 2 y 10 años. Es más frecuente en los meses de primavera y verano.

Consiste en una enfermedad cutánea caracterizada por la erupción de pápulas (a veces precedida por ronchas en la misma localización) que pueden estar rodeadas de eritema de grado variable. Se acompaña de prurito intenso, que modifica las lesiones primarias por rascado. La localización más frecuente de las lesiones es en cara, extremidades y región abdominal.

Las reacciones a las mordeduras de artrópodos son en la mayoría autolimitadas, benignas o de moderada severidad. Los insectos que más frecuentemente pican a los niños son los mosquitos y por lo general desencadenan reacciones leves; las picaduras más peligrosas (por la reacción de hipersensibilidad que pueden llegar a producir) son por avispa, abeja y hormiga. Los signos de alarma son: inflamación importante de rostro o labios, dificultad para respirar o tragar. 

El tratamiento está dirigido al alivio sintomático, control de la reacción de hipersensibilidad y profilaxis contra picaduras. La educación y profilaxis son las mejores formas de tratamiento. Para evitar picaduras se deben utilizar repelentes en niños mayores de 6 meses; tul, redes o mosquiteros en cunas y cochecitos, protección física con ropa de colores neutros que cubra el máximo de piel posible, de trama gruesa; evitar perfumes y colonias que atraen insectos; eliminar aguas estancadas.

Luego de la aparición del prurigo el tratamiento es sintomático. Es fundamental controlar el prurito ya que conlleva al rascado que aumenta la duración de las lesiones, eventual sobreinfección secundaria e hiperpigmentación post inflamatoria. Pueden indicarse antihistamínicos orales y lociones con calamina para aliviarlo. Corticoides tópicos de baja a mediana potencia en aplicación diaria única durante 3 a 5 días reducen el prurito. Si hay sobreinfección, antibióticos tópicos o sistémicos. 

Aun siendo una enfermedad de resolución espontánea puede interferir en la calidad de vida.

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